domingo, 27 de mayo de 2012

Factores desencadenantes de aludes

El factor más importante es el nivológico. Determinadas nieves son más favorables para producir un tipo u otro de alud con consecuencias diferentes. Existen dos clases. El manto en movimiento que corresponde a la placa que se ha partido y el manto sobre el que la avalancha se ha deslizado. El riesgo aumenta al existir más de una capa con diferente tipo de nieve que haga que una se pueda deslizar sobre la otra. Aunque también es posible que en la primera gran nevada de la temporada pueda producirse. El riesgo empieza con más de 20 centímetros de espesor. Para dar tiempo a que se estabilice la nieve es conveniente esperar tres o cuatro días para salir a la montaña sin confiarse. Todavía puede haber palas de nieve que aún no se hayan asentado. Si queda nieve en las copas de los árboles quiere decir que la nevada es reciente y el manto está poco estabilizado. Necesita transformarse para que se cohesione y adquiera estabilidad. La nieve recién caída está compuesta de copos finos de los que se puede reconocer su forma estrellada. Es la llamada nieve polvo, que se conserva en temperaturas frías y es muy volátil. Al combinarse con el viento forma ventiscas e incrementa el peligro de avalanchas. Conforme pasa el tiempo, la nieve sufre metamorfosis por la metereología de la que destacan la humedad, la temperatura y el viento.
Por otro lado está el viento que despeja las zonas de sobrevento transportándola a terrenos propicios como los ventisqueros. El resultado es que se acumule en exceso en estos sitios dejando otras libres que engañan al parecer que no hay nieve suficiente. Allá dónde se deposite, la mínima sobrecarga actúa como desencadenante. Estas zonas pueden ser las llamadas placas de viento, o cornisas que son cúmulos de nieve que sobresalen en collados y cumbres por efecto del viento y que al desprenderse provocan aludes y despeñan a quien estuviera demasiado cerca. El viento incluso produce en zonas sin nieve.
La temperatura y las horas de sol transforman la nieve y la hacen más consistente o más peligrosa. Debido a una diferencia de temperatura entre el aire y la nieve se crea la delicada capa de Gobelets. Las temperaturas frías después de nevadas hace que la nieve se conserve intacta. Si aumentan, la nieve se humedece por el calor del día y se hiela por el frío de la noche, adquiere más peso y puede tener dos efectos contrapuestos: por un lado que se cohesione o que al pesar más por efecto de la gravedad se desprenda. Si hay un gran aumento de temperaturas, la nieve se derrite volviéndose pastosa. La diferencia de temperatura entre la base y la capa exterior es grande, y junto con la masa y el deslizamiento del agua mueve toda la capa. Son muy características de la primavera. Por último están los factores topográficos que son muy variables en un medio como la montaña. La altitud es determinante porque influye en la temperatura del aire que es más frío con una mayor innivación y fuerza del viento. La orientación de la pala, influye en la cantidad de nieve. En las caras orientadas hacia el sur, hay más horas de luz y los rayos del sol llegan perpendiculares. En estas pendientes, la nieve se transforma y derrite antes. Tras una nevada, suelen producirse las aludes primero en este tipo de palas. Por el contrario las orientadas hacia el norte son más sombrías y frías por lo que se conserva mejor la nieve. Son peligrosas hasta bastante después de la montaña porque mantienen el peligro.
La inclinación de la pendiente es determinante. La mayoría de las aludes se producen en pendientes de treinta a cuarenta grados de inclinación. Si esta por debajo de los 30 grados, la fuerza de la gravedad es menor y es más difícil que la nieve se desplace. Si hay más de 40 grados la propia pendiente impide que se acumule el suficiente grosor. Con los propios bastones de esquís se puede hacer un cálculo de la inclinación poniéndolos en ángulo y comprobando a ojo la inclinación de la nieve. El riesgo de avalanchas puede variar al mismo tiempo en el espacio, en el mismo macizo, montaña o incluso pendiente. Aunque el montañero se informe con antelación, depende de sus conocimientos, experiencia y buen juicio para evitar el peligro.
Para todo esto es fundamental, antes de salir, leer el parte de la agencia estatal de meteorología, el meteocat para el pirineo catalán o si se acude al pirineo francés, la agencia de meteorología francesa

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